ANÉCDOTA APOCALÍPTICA

  (Si podes decirme esto, podes decirme lo que quieras)

 El doctor Epiménides Paralelipomenos, 

oriudo de la península grecoitálica de Calímaco,

cuna del cíclope polifemo, según el trágico 

vernáculo Eurípides "el olimpico",pese a su 

título de catedrático en otorrinolaringología 

y clínica pediátrica, cada vez que aprehendía 

el bisturí en el quirófano para practicar una

gastroenterostomíatrasmesocólicaposterior, 

ocurría una catástrofe sanguínea u osteológica 

a causa del equívoco del diagnóstico 

quimiobacteriológico ó del pronóstico 

radiológico.

   Su idiosincracia escolástica y leguleya, 

sin embargo, de tipo o prototipo psicopático 

con algún tripanosoma alérgico, 

permanecía impertérrita ante los pusilánimes

epígonos que circuían al siniestrado con el ánimo 

próxima a la lipotimia.

   Tomaba el espéculo y le hacía un examen 

endoscópico ordenado una transfusión de albúmina 

a fin de reactivarla dinámica del sístole y del 

diástole momntánamnte estática y paralitica. 

Luego apelaba al oxigeno o a los

narcóticos analgésicos o le aplicaba barbitúricos o 

antibióticos por vía intravenosa con el propósito de

soslayar el colapso ineluctable del paciente inerme 

y endecúbito espinal, entretanto, 

en el paraninfo de la catedra 

había un chisgarabis afibológico que rompía el 

protocolo de los catecúmenos del policlinico 

que seguían prosopopeyicamente el intrigulis del

 dómine hipocrático, tosiendo estentoreamente como 

si tuviese un forúnculo en

 el apédice nasal ó una catarrosis 

de sindrome enigmático con traqueostoma cancerífero.

   El epílogo de la intervención quirúrgica del 

fantástico 

Paralelipomenos era geométricamnte terrorífico 

y patidifuso 

a causa de que el interfecto terminaba sin 

atmósfera en la geometría de una necrópolis 

lugubre y tétrica llevando por todo escapulario 

el salvoconducto de un certificado de

defunción.

  


El arte es la puerta a un universo propio, del que somos anfitriones en nuestros blogs.